miércoles, 28 de mayo de 2014

Competencia y Competitividad. Dentix y Vitaldent.

    Ayer me llamó un colega con quién no hablaba hace tiempo, preocupado porque cerca de su clínica se ha establecido una clínica Dentix, cerca de otras de Vitaldent y algunas otras marcas menos conocidas.
En este caso mi colega quería que le ayudara a organizar algún tipo de acuerdo con bancos, para que los pacientes puedan financiar los tratamientos dentales.
Acudía a mí , por amistad y porque fui responsable del Colegio de Odontólogos de Cantabria durante once años.
En realidad el asunto de la financiación lo zanjé rápido, ya que en nuestra clínica nunca hemos enviado a los pacientes a ningún banco a financiar sus tratamientos, y por tanto no lo considero interesante, y será cada paciente quien con su economía haga lo que más le interese.
¡¡Odio a aquellas empresas y comerciales que se empeñan en enseñarme a gastar mi dinero!!, y no voy a hacer lo mismo a mis pacientes.
Este asunto es interesante (como me indicó un lector, Juan Andrés), pero prefiero centrarme hoy en otro aspecto.
    Pero la conversación prosiguió  con el eterno tema de lo malos que son las clínicas franquiciadas, lo mal que lo hacen, la calidad ínfima de sus tratamientos, la atención por parte de personal administrativo en las cuestiones de presupuesto,... etc, y como no la publicidad de precios  bajos y por lo tanto del empleo de materiales de baja calidad y en suma el daño que hacen a nuestras clínicas y como no que el colegio y el consejo no hacen nada para detenerlo y demás monsergas que estamos acostumbrados a escuchar en cuanto nos reunimos dos dentistas.

Personalmente he sido siempre un defensor de estas clínicas, lo que incluso he publicado en más de una ocasión y debatido en multitud de reuniones colegiales, donde generalmente de manera más o menos velada se piden acciones que bloqueen a estas clínicas.
     Le explicaba a mi colega, que ciertamente en España hay un problema en lo que se refiere a la profesión de dentista y es que en breve se alcanzará la cifra de 40.000 dentistas, es decir un dentista cada mil habitantes.
    Esto hace que gran parte de los 15.000 dentistas que se han graduado en los últimos años no ven en abrir su propia clínica una solución de futuro, y por lo tanto han optado por trabajar por cuenta ajena.

    Pero las clínicas ya establecidas hace años , apenas se han actualizado y dado trabajo en condiciones a los nuevos dentistas, si acaso unas horas a la semana , por cierto generalmente con una relación ilegal ya que suelen trabajar como autónomos cuando están trabajando de manera fija y debieran estar contratados a tiempo parcial, pero esto es otro asunto.

         Obviamente cualquier empresario no dentista que quiera arriesgar su dinero, dispone de suficiente oferta para abrir cuantas clínicas quiera. Estos dentistas son jóvenes y con, por lo menos, la misma formación odontológica que teníamos los de mi generación de los años ochenta.
No sé porque tenemos que decir que la calidad de sus tratamiento es dudosa. Entiendo que igual que los míos hace un  par de decenios.
Por lo que se refiere a materiales de baja calidad, yo no sé que marcas se utilizan en ninguna clínica excepto en la de unos pocos amigos y en la mía, pero los materiales sanitarios mas baratos, son utilizados por multitud de dentistas que no pertenecen a franquicias y existían antes de que estas aparecieran, por lo que alguien les estaba utilizando.
 En cuanto a instalaciones, creo que no vale la pena detenerse, pues en general son bastante mejores que la media (alta) de todas las clínicas dentales españolas.

          Yo creo que en realidad lo que duele son dos cosas : La publicidad y los precios.
La publicidad en general es decente, mucho más que aquella que hace un colega cuando esta desesperado y se gasta unos miles de euros en unas cuñas en la radio o media página en el periódico local.
Nos imaginamos si solo el 10% de los dentistas realizaran este tipo de publicidad lo que veríamos??.
Eso sí difícilmente una clínica puede invertir las cantidades en publicidad que invierten las franquicias, y por ello cuando lo intentan lo hacen con aficionados o con supuestos publicistas incapaces de indicar a su cliente que con un presupuesto limitado no va a lograr sus objetivos.

    Los precios, para cualquiera que se haya parado a mirar sosegadamente los precios de los tratamientos de Dentix o Vitaldent, coincidirá en que están más cerca de los dentistas "caros" que de los "baratos".

    Lo curioso es que hay más quejas por parte de los dentistas,  de las franquicias que de la plétora de profesionales que existe en España, y la razón es que la mayoría de las últimas generaciones como decíamos no ha establecido su propia clínica. No hay más que revisar el aumento del número de colegiados y el aumento mínimo en el número de clínicas que ha habido en los últimos quince años.
En realidad lo que asusta, a mi juicio es la competencia y por ello tratamos de impedir el trabajo de las franquicias.
¿Haríamos lo mismo si se establecieran cien dentistas en nuestra proximidad?. Seguramente no porque no tendríamos argumentos para ello , sea su formación , su clínica , sus materiales iguales a los de las franquicias.

    Cuando los responsables de los colegios acuden a la prensa a poner a caldo a las franquicias, están dejando a los dentistas que en ellas trabajan a la altura del betún, cosa que por cierto no entiendo como lo aguantan, nos pongamos como nos pongamos, son los responsables de los tratamientos que allí se hacen.

    Contra el aumento de competencia, no vale acabar con ella, sino que debemos aumentar la competitividad, para que tenemos que tener grandes dosis de eso que tanto les gusta ahora a los políticos, y lo resuelve todo que es la innovación, entendida como algo continuado que afecte a nuestra formación, a la dotación de nuestras clínicas y a utilizar técnicas y tratamientos novedosos.
Sabemos que no en el futuro, sino ¡ya!, no existe trabajo para todos los dentistas españoles, con o sin crisis, el trabajo se ha repartido, por lo que cada vez los dentistas tendremos menos ingresos, y para evitarlo el nivel de exigencia individual debe aumentar.

        Pero la innovación, a diferencia de lo que dicen los políticos, es un proceso continuo, imperceptible de un día a otro, y es lo que hace diferentes a dos entidades, cuando una sin grandes revoluciones va implementando cada día una pequeña cosa, y la otra  cada diez años tratan de ponerse al día mediante una pequeña revolución, que lo único que conseguirá es que las personas que allí trabajan añoren sus costumbres que no han cambiado un ápice en mucho tiempo.